Del Tren Maya e incongruencias…

Desde que se planteó la posibilidad de construir el Tren Maya, salieron diversos “defensores” del planeta, de los árboles y de la vida silvestre. Sin duda, son muy necesarios estos defensores, pero antes que nada, deberían de contar con congruencia.

Para este artículo, busqué en Google la superficie deforestada por este mega proyecto, y encuentro que se han deforestado algo así como 7,000 hectáreas de selva, asesinando hasta el momento 10 millones de árboles. Desconozco la veracidad de este último dato, pero resultan escandalosos de entrada.

Por otra parte, sabemos que cualquier actividad humana puede llegar a deforestar en diversas magnitudes. Si se construye una carretera, obligatoriamente se deforesta la flora existente, así mismo para construir una casa, un centro comercial, lo que sea. Entonces, si transitamos una carretera o una calle o tenemos donde vivir, sin duda ya deforestamos.

Pero hay otra actividad, la cual realizamos los humanos de manera cotidiana y es comer. Comemos diversas fuentes de alimentos, producidas en diversas zonas. Algunos muy cerca de nuestra casa, otros a cientos y hasta miles de kilómetros. Y hay una clase de alimento que es especialmente dañina con los árboles, y son la carne y lácteos.

Tan sólo en cuatro años, dos multinacionales deforestaron 700,000 hectáreas, sí, lee bien esta cifra, de selva amazónica para producir soya. La soya se usa en un 80% para alimentar a las vacas lecheras y de sacrificio. Es una cantidad 100 veces más grande que lo implicado para construir el Tren Maya. Pero estén tranquilos. Los ambientalistas y defensores de la selva maya seguro cenaron un buen filete, y festejan con carne asada en sus reuniones ambientalistas. Y falta lo que deforestan otras multinacionales en todos los países del mundo.

Y hablando de incongruencias, sorprenden las cumbres como la COP28, donde se habla tanto, donde participan las personas más importantes que toman decisiones, donde sólo hablan de sustentabilidad, energías renovables, limpias y otras falacias que ni siquiera están dispuestos a cumplir, pero ni de broma tocan la ganadería. Hace pocos años, Greta Thunberg si influyó para al menos introducir el veganismo en el catering de estas conferencias, pero ahora ni siquiera esto. Es demasiado el poder y dinero de la ganadería e industrias periféricas.

Por eso guardo mucha esperanza en el veganismo individualizado y colectivo, pues de los gobiernos y empresas nunca vendrá la solución. Amén del gran alivio para los animales, dejar de ser masacrados cuando decidimos alimentarnos de fuentes más sustentables para el planeta.

De anti-hijos y otras cosas

Hace pocos días, una veterinaria incongruente en X (antes twitter) decía “amar” a “todos” los animales, mientras es capaz de comérselos y tomar leche de las vacas. Le señalé su incongruencia, no tardó en responderme burlándose de mí, haciendo referencia a que los animalistas (cosa que no soy), no sabríamos que hacer con el ganado que quedaría libre si todos nos hiciéramos veganos. Le respondí tranquilamente, a ella junto a toda una horda de seguidores, y creo que hasta de sus odiadores. Sin falta, todos se burlaron de mí, algunos de mi rostro, y gran parte de ellos hasta se ofendieron porque según ellos, los estaba “obligando” a volverse veganos.

Nunca es ni ha sido mi intención hacer que una sola persona se haga vegana. Si con mi ejemplo y lo que yo puedo ver, observar y trasmitir, alguien se hace vegano, sería un gran gusto, pero no ha sucedido más que con mi esposa por unos meses. Pero de ahí en fuera, mi familia materna, compañeros de distintos trabajos, amigos, etc. han comido carne, lácteos y todo tipo de comida “normal” frente a mí, sin que yo les alegue nada contra su forma de comer, antes de eso, he sido cuestionado, hasta he sido víctima de diversas bromas y una que otra burla, a las que por respeto, nunca respondí como me hubiese gustado. Y ahora, cuando escribí sobre tener hijos: “Ni necesidad ni capricho. Es el amor convertido en traer alguien a disfrutar de este mundo. Si se ve como necesidad o como capricho, mal.”, me comenzaron a llover cientos de twitts, muchos likes y mi X alcanzó mucho mayor visibilidad que el anterior sobre veganismo. No cabe duda que despierta más comentarios el tema de la paternidad que el veganismo. Recibí muchos comentarios sobre la irresponsabilidad de traer hijos al mundo sin tener al menos sus necesidades básicas cubiertas, muy debatibles y respetuosos cada uno de ellos, pero también, y lo más alarmante: muchísimos comentarios de gente que no tienen idea de que es posible disfrutar del mundo. Parece que algunos viven inmersos en las noticias y todo el pesimismo que ahí se respira. Otros viven alarmados por la crisis climática pero no hacen nada contra ella. Otros parece que simplemente perdieron cualquier mínima esperanza de recibir algo bueno del mundo, como si sólo recibieran ofensas y malos tratos de él. No sé en que momento sucedió eso, tal vez es por el abandono que han sufrido de sus propios padres, tal vez el bullyng escolar, el acoso en redes, en fin, no lo sé. Por fortuna, las nuevas generaciones van cambiando algunas cosas, pero aún falta muchísimo por hacer, y creo que principalmente en el campo de la atención y cercanía que los padres brindan a sus hijos, es donde hay más área de oportunidad. También, es de vital importancia vigilar, cuidar y atender la salud mental propia, y prestar ayuda si está en nuestras manos hacerlo.

De pena ajena los tramposos

Me levantaba a las 6 de la mañana o antes 4 veces por semana, además, madrugaba aproximadamente a las 4 de la mañana una vez por semana los sábados y en cada una de esas ocasiones corría de 5 a 32km o andaba en bici hasta 4 horas. Cuidé mi alimentación. Cuidé mi descanso. Planifiqué cada sesión. Dejé de asistir a fiestas y eventos que terminaban tarde. Además, hacía 10km diarios de bicicleta camino al trabajo. Hice esto sin falta durante cuatro meses. Fue muy gratificante cada uno de estos entrenamientos y toda la disciplina que entregué, pero también algunos fueron muy pesados, madrugar era pesado en ocasiones, pero siempre vencí al despertador, mi mamá me veía asustada por mi vegetarianismo y la alta exigencia a mi cuerpo, pero me sentí mejor que nunca. Llegaba a trabajar y me sentía en completa paz, con mucha energía y claridad, sentía mi cuerpo relajarse y recuperarse lenta y placenteramente, y por las noches también era delicioso dormir, sintiendo cómo los músculos se regeneraban durante el sueño. Fueron aproximadamente 80 sesiones de entrenamiento diverso para llegar en plena forma a la línea de salida de mi primer maratón.

Llegué unos días antes a CdMx, y desgraciadamente tuve una pésima noche justo antes de correr, pero ahí estaba listo para tomar la salida con decenas de miles de corredores. Fue fabulosa la sensación, tanta gente, tanto público, tanto ambiente. Pero no fue más que un espejismo. Pensar que gran parte de ellos sólo estaban ahí para hacer una “distancia” o para recoger “su” medalla fue frustrante cuando me enteré. Porque durante todo el desarrollo de la carrera, la calzada estaba atestada de gente, no se podía correr con libertad. Además, la gran mayoría se inscribió en bloques mucho más rápidos que sus ritmos reales, lo cual hizo muy lento mi avanzar, de cualquier modo, corrí COMPLETO mi primer maratón.

Ocho años después, me voy sumergiendo a los detalles de los tramposos de este año en ese mismo maratón. No me queda mas que reírme de ellos, y sentir pena ajena. Pena porque aún después de ser descubiertos ponen pretextos infantiles, pretextos que suenan más a lo superfluo de esta sociedad de la selfie, en lugar de la cultura de esfuerzo y satisfacción personal por las metas bien logradas. La triste fama de estos tramposos ya se conoció mundialmente. Dicen que fueron 1/3 de tramposos este año, pues desde aquí, reconozco y aplaudo a los 2/3 restantes, pues ellos al igual que yo, hicieron su plan de entrenamiento de la mejor manera posible y llegaron a la meta cumpliendo COMPLETO el recorrido. Pretextos hay miles, pero estos 2/3 no tienen ninguno. Ellos corrieron el maratón completo, o lo iniciaron y se retiraron si algo salió mal. A ellos, a los auténticos maratonistas les aplaudo desde aquí. Y lo mismo para todo corredor de cualquier maratón en el mundo.

Estrés que sí vale la pena

Permanecí en una empresa por doce años. Doce largos años que se pasaron volando, pensándolo bien. Viví de todo en ese lugar, y estoy muy agradecido con mis excompañeros, a algunos de ellos considero incluso amigos, y otros el trato fue siempre cordial, al menos. También agradezco a los patrones. Fueron personas muy humanas todo el tiempo, muy amables al menos conmigo y la mayor parte del personal de oficina. Pero si algo hubo y fue constante la mayor parte del tiempo, fue estrés. Hubo estrés en las temporadas de hacer sesenta concursos en menos de treinta días, claro, con un fuerte grupo de personas pero aún así fue una carga excesiva de trabajo, maratónica totalmente. Hubo estrés en salidas a carretera donde ir a hacer diligencias en el destino y también de “pasadita”. Hubo estrés en las obras, cuando había que hacer cosas sin los recursos necesarios, o tomar decisiones que no correspondían por la premura de los eventos. Hubo estrés en oficina, intentando solucionar dudas o buscar soluciones a los de obras porque a ellos no les respondía el gerente de la empresa. Hubo estrés de múltiples modificaciones al trabajo recién realizado, algunas sin sentido. Hubo estrés al hacer concursos para externos, con toda la confusión que implicaba. Hubo estrés al intentar hacer cosas fuera de mi cargo y conocimiento, pero que igualmente se me pidieron. Hubo estrés cuando por ahorrar dinero contrataban subalternos sin ningún tipo de experiencia. Hubo estrés cuando se pedían informes sin darnos las herramientas para obtener la información. Hubo estrés cuando no proporcionaron las herramientas para llevar un trabajo mínimamente adecuado. Hubo estrés cuando llevaron a la oficina una perra que se quedó como la veladora, la cual nos agredía en múltiples ocasiones, especialmente al primero en llegar y verse obligado a guardarla. Hubo estrés en la época que nos dejaron sin salario por meses. Hubo estrés cuando nos hacían saber toda la problemática económica negativa por la que atravesaba la empresa, pero nunca nos dijeron cuando la misma se solucionaba, si es que pasó. Hubo estrés al ver cómo la empresa crecía en maquinaria y vehículos y nunca vimos utilidades. Hubo estrés porque la empresa nunca tomó consciencia de la importancia de la NOM-035-STPS-2018, ni para los trabajadores ni mucho menos para los dueños. Antes tuve otros trabajos, de muy diversas peculiaridades, intensidades y cargas estresantes, la mayoría foráneos, pero ninguna como en este lugar en cuanto a estrés. El principal motivo para permanecer ahí, era tener garantizada mi permanencia en Durango.

Desde que tenía ocho años en dicha empresa, empecé con síntomas que resultaron en esclerosis múltiple. No se sabe las causas de dicha enfermedad. Se habla que hay componente genético y ambiental. También se dice que el estrés puede ser un detonante muy poderoso para desarrollarla. En mi caso, desconozco desde cuando la tenía, pero sin duda fue un momento estresante el que causó mi primer brote y posterior diagnóstico, del cual claro que tengo secuelas. La esclerosis múltiple no tiene cura.

No todo fue negativo, claro que no. Gracias a esa empresa festejé infinidad de cumpleaños con todos los compañeros, tuve momentos de convivencia amena, un par de comidas de convivencia, momentos de bullyng anti-vegano, mi propio “privado” transparente, tuve amenas charlas con mi exjefe, camioneta asignada por varios años (a la cual le ponía gasolina frecuentemente), viajé en primera clase, empecé a correr por insistencia de mi entonces jefe, el cual se convirtió en mi deporte favorito, y muchas otras cosas que se olvidan de momento.

Ahora no hay nada que hacer, sólo tomar mejores decisiones. No vale de nada reclamar, ni pedir indemnizaciones imposibles. Sólo puedo intentar mejor decidir dónde quiero estar y permanecer. Y dentro de esas decisiones, si tengo que desvelarme por Leo y mi esposa y eso me causa un pseudobrote, o si no puedo caminar tanto como quisiera por estar con Leo y mi esposa, o si me acelero un poco haciendo cosas en casa no importa. Es mucho más tangible y perdurable lo que pueda hacer con y por mi familia, que sin duda lo haré con gran gusto y amor. A veces flaqueo, a veces estoy muy cansado, pero sí puedo y quiero seguir haciéndolo. Y claro, tampoco estoy sólo en esto. Lupita lleva la mayor parte de la carga, mi suegra nos apoya mucho, y mi mamá también.

De vasectomías…

Desde siempre, nunca quise tener hijos. Para mí, tenerlos era una enorme y gran responsabilidad, algo hasta cierto punto aterrador. Ver cómo un pequeño ser depende completamente de ti, y nunca me sentí preparado y mucho menos con ganas de vivir algo así, entonces desde el 2011 tuve mis primeras intenciones de hacerme la vasectomía, pero lo fui postergando, y finalmente, en noviembre del 2018 fue que me decidí.

Sólo había visto las campañas masivas de vasectomía, algún artículo de internet y ya. En teoría, no dolería. Así que un frío viernes de noviembre me presenté en la Unidad Médica Familiar y yo era de los últimos en la fila. Me pidieron recostarme en una camilla, y después de unos minutos y de descubrirme, las médicas empezaron la operación. Primero un leve afeitado, y una inyección levemente molesta. Después no hubo dolor, sólo sentí las leves manipulaciones, y al terminar, las doctoras me dijeron que batallaron mucho conmigo, tal vez porque ya estaban cansadas, ¡cómo no! Después de haber operado 30 pacientes, no es para menos. Me vestí y después de recibir algo de medicamento e instrucciones, me fui a descansar a casa. Tenía una leve sensación extraña en los testículos, pero todo normal. No fue sino hasta el día siguiente o el posterior que fui notando leve dolor y cierta hinchazón en mi testículo derecho. Así que acudí a consulta médica, donde revisaron que todo estaba bien, que no había nada de cuidado y sólo me recetaron algo para el dolor y prevenir infecciones.

Después, pasados tres meses me hice una espermatobioscopía misma que mostraba que mis espermatozoides seguían muy activos y en plena forma. Me pidieron repetirla a los cuatro y seis meses y siguió completamente normal, razón por la cual, nos dimos cuenta que mi vasectomía había fallado. Fue entonces que el médico me dio una orden para solicitar una operación distinta, misma que debería arrojar mi esterilización definitiva. Acudí a realizar los trámites, pero fueron demasiadas vueltas, demasiado burocratismo y mejor lo dejé por la paz. Total, no tenía novia ni relación cercana.

Pasaron los años, y llegó el 2021 y conocí a una maravillosa mujer que me mostró su gran amor por los niños, y un gran cariño por la vida. Nos casamos, nos embarazamos y desafortunadamente, a las 10 semanas de gestación perdimos a nuestra bella Láska. Siguió pasando la vida, y para el 2022 de nuevo estábamos embarazados. Esta vez por fortuna nuestro bello Leo tiene casi 3 meses de nacido, y yo, su feliz y desvelado papá está buscando el lugar idóneo para intentar de nuevo la vasectomía, esperando sea definitiva.

Hay de sustos, a sustos

Hoy por la mañana me llevé un buen susto. El día empezó temprano. A las cuatro de la madrugada aproximadamente me despertó mi esposa pidiendo algún apoyo mientras amamantaba a Leo. Luego, se ofreció que yo lo paseara por unos minutos mientras ella se relajaba con el celular o haciendo cualquier cosa. Pero comenzó un leve caos: Leo no conciliaba el sueño, al contrario, se mantenía muy despierto. Entonces fuimos viendo y realizando acciones, intentando ayudarlo a dormir: cambiar pañal, darle de comer, caminarlo más, variarle postura, pero nada servía. Hasta que por fin, aparentemente a las 5:30 de la mañana se quedó dormido. Pensando en la hora que era, y el tiempo que faltaba para empezar a prepararme para el día, decidí que no era bueno dormir. A lo mucho, dormiría una hora, una siesta que me haría sentir peor, sin duda, entonces decidí irme a caminar con Luna, pues desde que nació Leo (hace casi once semanas) sólo he salido con ella cuatro veces. La caminata fue muy buena, tranquila, sin sobresaltos más allá de algunos brincos y saltos de Luna contra un problemático pug que siempre le busca pelea. Regresamos a casa, desayuné, le cambié el pañal lleno de popó a Leo, le grité a Luna para que no le saltara a Leo y también un poco a mi esposa, en la dinámica de regaño a Luna (perdón amor), continuamos los preparativos y todo marchaba bien hasta que busqué mi anillo. No lo encontré en su lugar habitual, lo busqué además en la cocina y entonces me preocupé, pues es el único lugar donde suelo quitármelo.

Busqué en el comedor, baño, oficina, cuarto, patio, cada vez más estresado, incluso llegué a buscarlo con mis manos en la popó de más temprano, que ya estaba en la basura, me dio pavor que se fuera en el camión de la basura… Con calma, mientras Lupita me ayudaba a buscarlo y antes de voltear toda la casa buscando el anillo, recordé lo que hice la última vez que fui consciente de él, y así fue que lo encontré bien guardado en mi pantalón de dominguear. Fue un gran alivio, y hasta respiré aliviado.

Sí, fue un buen susto, e iba a tuitear algo sobre este evento, algo como que era el peor susto que podía enfrentar un papá primerizo con apenas dos años de casado, pero no, de inmediato recordé los primeros sustos por atragantamientos de Leo. El primero me tocó a mí, yo le quise dar fórmula con un vasito, pero le aventé demasiado líquido en su boca, se atragantó y por un instante se quedó inmóvil, flácido. Fue un susto feo pero ante todo supe conservar la calma, palmearlo y ver cómo volvía a reaccionar poco a poco. Luego sucedió otras veces, pero cuando Lupita le daba pecho. Igual fue muy feo y la primera vez de ella incluso salimos corriendo a urgencias, con el beneficio que Leo reaccionó de inmediato subiéndonos al auto. Esos sí que fueron sustos grandes, y espero sean cada vez menos, por nuestra tranquilidad así como por el bienestar de Leo, y gracias a la mayor maduración de su sistemas digestivo, respiratorio y nervioso. Y por cierto, me encanta ver reír a nuestro bebé. Cada vez es más sencillo hacer que se ría junto con nosotros, incluso a veces cuando pareciera estar un poco incómodo o molesto. Es maravilloso ir viendo cómo va ampliando su rango de movimientos, gestos, fuerza y demás, y no, no me molesta cambiarle los pañales súper olorosos de popó súper abundante. Confío que con el tiempo pueda manejar mejor esa tarea, como siento que sucedió hoy por la mañana antes de la pérdida del anillo. Y hay tanto y tanto que aprender, seguir mejorando e improvisando. Esto de la paternidad es un reto enorme, mucho mayor de lo que había imaginado, y no sólo en la relación padre-hijo ni lo que puede implicar para mí de manera individual, sino también y sobre todo en lo que implica en la relación de pareja. Es complicado, pero también bonito, y sé que será muy satisfactorio conforme vayamos avanzando y encontrándonos mejor juntos los dos y los tres.

El greenwashing de la “onda” de calor 2023

Parece que finalmente, por fin la gente se está dando cuenta de la gravedad de la crisis climática. Bastaron algunas semanas de calor excesivo en todo el país, para que se dieran cuenta que esto va en serio. Al menos por estos días, se muestran realmente preocupados por el clima, por su incomodidad, la de niños, ancianos y mascotas, y todos pugnan por cuidar las áreas verdes, por plantar y hacerse cargo de un árbol, entre otras medidas, pero todas enfocadas únicamente en la comodidad de mejorar el clima de la ciudad.

Si, en tu egoísmo, únicamente te preocupa crear una isla fresca para vivir cómodamente, eres parte del problema. Sí, porque si sigues consumiendo de la misma forma que siempre, y sólo procuras medidas para mejorar tu entorno cercano, se seguirán criando millones de vacas, pollos y cerdos en los campos de todo el país, contaminando millones de metros cúbicos; se seguirán quemando cerros para abrir nuevos campos de cultivo para alimentar animales; seguirán alterándose las corrientes marítimas con catastróficas consecuencias y continuarán las acciones que nos han llevado a la situación actual.

Sí, andar en bici ayuda un poquito al problema, pero ni de cerca es una solución completa para todo el caos climático que vivimos. Donde debemos actuar es en disminuir nuestro consumo de carnes, lácteos y similares, porque son negocios multimillonarios que nadie quiere combatir. Puedes intentar reciclar, disminuir tu consumo de ropa, electrónicos, etc., pero si se sigue devastando las Amazonas, las selvas chiapanecas y no se permite regenerar los valles y bosques de todo el mundo, la temperatura simplemente seguirá subiendo.

De nada sirve ir y protestar contra la construcción de un funesto tren, para luego ir y comer carne o tomar leche y preservar la cadena de ecocidio sin fin, esa que tan sólo se verá reducida cuando sus costos sean tan exagerados que cada vez menos gente pueda costearlo, pero para entonces, temo que será demasiado tarde.

Cualquier acción fuera de bajarle al consumo de carnes y lácteos, será desde el egoísmo y antropocentrismo.

Yo, a ocho semanas

Sí, recibí a Leo con mucho gusto y amor. Sí, fue y es deseado y me siento su papá por completo. Sí, me encanta cada momento que pasamos juntos de día. No, no me había involucrado casi en su cuidado nocturno. Al principio porque Lupita me protegió mucho por mi esclerosis, y después porque yo llegué a negarme a hacer cosas, un poco inconsciente, pero lo hice, al final.

No me malentiendan. Claro que amo a mi hijo, y me encanta su vida, cómo llegó a modificarnos la vida y todo el gran reto que implica adaptarnos a ello, pero me he estado viendo rebasado. Estas últimas 4 o 5 noches Lupita me ha pedido el apoyo que ha requerido, incluso creo que se ha reservado un poco, por mí. Y estos últimos días me he visto cansado como no recuerdo en toda mi vida. Se me hace pesado sobre todo el despertar, y también sentirme despierto cuando me despierta de madrugada, pero una vez despierto creo que rindo bien. No me estoy rindiendo, sólo quiero escribir por aquí, donde casi nadie me lee, que me es difícil, y no dudo que incluso se pondrá más y más difícil. No me rindo, sólo quiero desahogar un poco lo que siento, pues se vuelve pesado, y sé que podría ponerse aún más leyendo casos de papás que se han quedado dormidos al volante. Aún no me pasa, pero no quiero que suceda.

Sí, tengo dudas de mí, si soy capaz o no, pero al final recuerdo que hay papás reguetoneros, borrachos, drogadictos, en fin, sin poner etiquetas simplemente que son irresponsables y aún así traen bellos hijos al mundo. Me he preguntado si me arrepiento de haberlo traído al mundo, pues toda la vida había sido antihijos, y sí, mi respuesta es que sí me arrepiento pues no sabía la clase de cansancio a que me enfrentaba. Pero ya está aquí, yo lo amo, es tan indefenso, bello y amoroso, y mi esposa igual.

Claro que yo puedo, claro que podré, claro que Lupita también puede y tenemos que encontrar poco a poco, con paciencia, las formas para sobrevivir de la manera más íntegra posible. Yo la tengo fácil, pues a las 8:45 a.m. salgo de casa y no tengo la presión de cuidar a Leo, me subo al carro y subo el volumen si hay algo bueno, me relajo con el fresco viento después de salir de la casa hirviendo, y aunque no me olvido pues es imposible olvidar a mi esposa y a mi hijo, si me desentiendo por mínimo 8 horas, y hasta las 5:30 p.m. que regreso a casa, intento un día más hacer todo lo posible por ella, por él y por nosotros. A veces siento que no hago nada, pero sin duda hago cosas, hago lo que se requiere y si falta, si no es suficiente, alguien me lo tendrá que decir, y pido que me lo digan.

Hoy, agradezco a la vida, agradezco a mi esposa el tener a Leo con nosotros, y asumo el hermoso reto de seguir en su cuidado tanto diurno como nocturno, y espero saber aguantar, y espero también colaborar con mi esposa para que ella pueda estar lo mejor posible.

Tramitocracia absurda

Yo tenía una cuenta de nómina, cuenta que a partir de septiembre del año pasado me empezaron a cobrar una comisión de 200 MXP mensuales por no recibir depósitos de nómina. Al principio, se me hizo sencillo absorber ese costo, pero luego el dinero fue menguando y me fue insostenible, así que empecé a pedir que me cambiaran el tipo de cuenta. Fui a sucursal, hablé por teléfono y en ningún lugar me solucionaron. Sólo se echaban la bolita uno a otro, y en sucursal en voz baja, el “ejecutivo” me indicó que me recomendaba sacar mis fondos de dicha cuenta y moverlos a otra nueva, claro, seguro llevan comisión por aperturar cuentas. Me inconformé ante esto en redes sociales, pero no obtuve ninguna solución. Me cae tan mal que actualmente los ejecutivos son más vendedores que otra cosa.

Por fin, fui a cerrar la cuenta vieja y abrir la nueva después de regalar más de 1,400 MXP al banco en comisiones, en tan sólo 7 meses. Una vez ahí, fue lento retirar mi dinero de la cuenta anterior, pues los cajeros estaban charlando tranquilamente con la sucursal abierta, mientras iniciaban sus computadoras, en la plática, se ponían de acuerdo para comprar el “almuerzo”. Después, ya con la ejecutiva, además del lentísimo trámite de cerrar y abrir cuenta, se me ofreció un crédito automotriz que desgraciadamente no me era conveniente por el alto interés. Amén de la plática telefónica donde la ejecutiva se organizaba con alguien para salir por las gorditas del dichoso “almuerzo” en horas laborales. Después, pedí firma y sello del banco en mi carátula, pues yo sabía que lo necesitaba para otro trámite, y me indicó que no hacen eso, lo acepté con cierto reniego. Al terminar mi trámite, me di cuenta que por “promoción” me dieron una tarjeta de crédito, tarjeta que me costará algo así como 1,000 MXP de anualidad cuando haga mi primera compra. Claro que no la pedí, y la cancelaré en cuanto sea posible, pues es algo que no pedí, y nuevamente, la ejecutiva me la dio sólo para incrementar sus comisiones. Terminé el trámite de abrir y cerrar cuenta, recoger tarjetas y hacer mi depósito inicial y salí huyendo de ahí lo más rápido posible, pues ya había perdido hora y media de mi vida.

Tuve que volver otro día, pues como sabía, me faltaba el sello y firma en carátula de la nueva cuenta. Cuál va siendo mi sorpresa, que en cuanto mencioné mi solicitud al hostess, la ejecutiva casualmente iba pasando por ahí, y de inmediato me brindó lo que buscaba. Tan sólo me hizo dar una vuelta más, porque claro, en este país de los trámites burocráticos gubernamentales absurdos de INE, acta de nacimiento, CURP, tarjetón del IMSS y más endosados al tramitólogo en turno, y donde las empresas cada vez se parecen más al gobierno entre almuerzos, firmas, sellos y fútiles copia de la copia de la copia mientras se nos va la vida en filas eternas. Por cierto, le pido perdón al otro cliente bancario que me veía con gran desesperación porque duré tanto tiempo con la ejecutiva, una de las dos únicas que dispone la sucursal en turno.

Herir un ave, un perro, una mujer…

Un día, un sujeto sin nada mejor que hacer, decidió disparar y herir a un pájaro que simplemente estaba por ahí cerca, existiendo y viviendo. Algunos de los presentes rieron, otros simplemente callaron, pero hubo alguien que le reclamó con coraje el haberle hecho tanto daño, el haberle destrozado un ala, y con ello, la vida. El sujeto no supo qué responder, sólo se quedó serio. El pájaro seguramente murió poco después.

Años más tarde, pasando por la calle me encontré al mismo sujeto inconfundible alto, de complexión gruesa y rapado, pero con la novedad que le habían amputado el antebrazo. Vaya lo que es el karma, la justicia o como quieran llamarlo… No nos conocemos, apenas y recuerdo su rostro y supongo él tampoco me recuerda. No quise saludarlo así que rápidamente desvié la mirada. Ignoro si al momento de su posible accidente el recordó el ave a quien dañó de manera inconsciente, pero espero que sí, que al menos ligeramente lo haya hecho.

Esto viene a cuento por el hecho de la persona que aventó un perro dentro de una cazuela con aceite hirviendo. No quise ver el video de tal hecho, pero sin duda alguna es un caso alarmante, aunque no menos que los millones de animales muertos cada día con el único pretexto de nuestro antojo, y mucho menos que todas las mujeres asesinadas día a día.

Algo está muy mal en esta sociedad, sin duda, urge un cambio. Escuchamos música violenta, vemos imágenes violentas, recibimos trato violento en el trabajo, en la calle, vivimos violencia desde la infancia. Las cosas no pueden seguir así… Necesitamos, nos urge cambiar. Aunque sea poco a poco, pero sin duda es necesario hacerlo.